
Autor: Redacción Digital |
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Esta es la emotiva historia de Carter Blanchard, un niño de 8 años que pudo salir de la depresión gracias a un amigo que conoció con su misma enfermedad, un perro, su fiel amigo de cuatro patas.
Hace dos años, Carter notó algo extraño en su rostro: una mancha que crecía con el paso de los días. Su madre lo llevó al médico un poco alarmada y el diagnóstico cambió la vida del pequeño: tenía vitiligo.
El vitiligo es una enfermedad incurable degenerativa de la piel en la cual va perdiendo pigmentación y aparecen manchas blanquecinas por todo el cuerpo.
Carter perdió la confianza y autoestima en sí mismo y cayó en una fuerte depresión.
El menor se miraba todos los días al espejo y se sentía diferente a los demás, odiaba sus manchas blancas.
Su madre, Stephanie Adcock decidió ayudarlo y buscó ayuda, la cual apareció en el ser menos esperado.
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Un día lo iba llevar al colegio y la primera cosa que me dijo cuando entró al coche era que odiaba su cara y odiaba la manera en que se veía

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En ese instante se dio cuenta de que si no hacía algo por su hijo, todo podría complicarse hasta un punto insospechado.
Comenzó a buscar en internet y encontró las fotos de Rowdy, no era otro niño, era un perro labrador negro diagnosticado con vitiligo en el mismo año que Carter.
Stephanie tenía la esperanza en ese perrito famoso en la redes sociales pero había un problema, ella vivía en Arkansas y el can en Oregon y no contaba con el dinero para su traslado.

La madre se puso en contacto con la dueña de Rowdy, Niki Umbenhower. Le explicó el problema de su hijo y le preguntó si podía llevarlo para que conociera al perro.
La mujer aceptó con todo gusto. Stephanie no le dijo que no tenía el dinero para viajar. Pensó en pedir un préstamo para conseguirlo.
Pero un alma buena se enteró de la situación y donó los 5,000 mil dólares que costaba el traslado y madre e hijo viajaron hacia Oregon.
Cuando Carter vio al perro, su mundo cambió. El encuentro fue mágico y la tristeza comenzó a desaparecer. Regresó a la escuela con más energía y sobre todo más contento.

La mamá de Carter y la dueña de Rowdy están intentando buscar un método para que el niño y el perro puedan verse con más frecuencia.
Carter recuperó la confianza, la autoestima y la sonrisa en su rostro.
Fuente: debate.com.mx
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